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lunes, 21 de junio de 2010

Reacciones frente a la discriminación



La discriminación puede provocar distintas reacciones en los afectados. Algunos se sienten francamente rechazados y comienzan a buscar algún "remedio" para su "mal", sienten vergüenza de sí mismos y de lo que son.

En México por ejemplo, la mayoría de la población es de piel morena. Y sin embargo existe una gran cantidad de apelativos que desprecian esta condición: prieto, negro, indio, etc. Mucha gente, sobretodo mujeres, buscan la forma de aclarar su piel y su cabello. De hecho, México es el país número uno a nivel mundial en consumir tintes para cabello en tonos rubios.

Otras personas en cambio, buscan convertir el estigma en una condición meritoria. Es decir, buscan sobresalir y obtener una condición de "sobreviviente". Como en el caso de los inválidos que ganan medallas olímpicas. Entonces la gente les atribuye la cualidad de sobresalir "a pesar" de su discapacidad.

Lo cierto es que nuestro cuerpo se puede adaptar a cualquier condición aún cuando nos falte alguna parte o falle un órgano. Con los recursos adecuados y el aprendizaje correcto se puede llevar una vida normal sin la necesidad de ganar medallas olímpicas para evitar ser menospreciados.

Por último, están quiénes se aprovechan de su aparente desventaja para hacer menos de lo que rinde su capacidad. Por ejemplo está el caso de un hombre inválido al que no le importaba hacer bien su trabajo, pues por políticas de la empresa no se podía despedir a un discapacitado. O bien el chico ciego que se aprovechaba de su condición para manosear a las muchachas; pues ellas, aunque molestas, no le decían nada debido a su ceguera.

Ninguna de estas tres situaciones debería presentarse, aún en el caso de quienes quieren hacer algo extraordinario; no si lo hacen para evitar el desprecio ya existente. Querer ser extraordinarios debe ser producto del amor propio, no de sentimientos de vergüenza o de la necesidad de demostrar que con un cuerpo incompleto soy mejor que el que tiene todas sus funciones.

Aceptar al otro y aceptarme a mi mismo, implica comprender que estamos en un plano de igualdad en el que todos tenemos ventajas y desventajas que pueden ser superadas. Como dice un joven (inválido por cierto):

"A medida que la vida continuaba, aprendí que existen muchísimos tipos diferentes de desventajas, no sólo físicas, y empecé a darme cuenta de que las palabras de la niña inválida del párrafo anterior [palabras de amargura] también podrían haber sido dichas por jóvenes mujeres que nunca necesitaron muletas, mujeres que se sienten inferiores y diferentes por su fealdad, su incapacidad para tener hijos, su impotencia para relacionarse con la gente y muchos otros motivos".

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