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DISCRIMINACIÓN POR TATUAJES
Según dicen los especialistas, la discriminación por tatuajes tiene su origen en el "positvismo criminológico" de finales del siglo XIX.
Durante esa época, estar tatuado te hacía un sujeto condenable, pues había una construcción social del delincuente en donde todo criminal está marcado. De hecho esta percepción continúa hasta nuestros días, al menos en México, en donde lo primero que hace la policía cuando detiene a una persona -incluso si es inocente- es revisar si tiene tatuajes.
Aún así, la discriminación por tatuajes no se da en todos los niveles. La clase media ilustrada puede tatuarse y conseguir un trabajo, sin que se le discrimine por ello. Una profesora que se dedique a la academia puede portar miles de tatuajes y nadie pensará mal de ella, pero lo primero que piensan de un barrendero que tiene un tatuaje (sólo uno) es: "me va a asaltar".
La exclusión se da en función de quien luce los tatuajes y el tipo de iconografía. Si se trata de un artista con varios dibujos muy estilizados, se pensará que es una persona pudiente que no delinque; en cambio, si la figura no está tan bien hecha, se asume de inmediato que se trata de un criminal. Los policías por ejemplo, tienden a hacer esa asociación y detienen sólo a personas con cierto aspecto.
En 2011 la discriminación por tatuajes y aspecto físico, ocupó el séptimo de quejas ante el CONAPRED.
Incluso en convocatorias de instituciones públicas del gobierno, se presenta discriminación por tatuajes, tal es el caso de la convocatoria del Servicio de Administración Tributaria, en donde se pide como requisito para obtener el empleo no tener tatuajes ni perforaciones.
Es claramente una violación a los derechos humanos.